Ir al contenido

Un negro en la nieve: un blanco perfecto

4 de diciembre de 2025 por
Legrand

Hay títulos que se escriben solos.

Y este nació exactamente en el momento en que pisé la nieve de los Pirineos y me vi allí: yo, cubano, acostumbrado al sol, en medio de una inmensidad blanca que parecía sacada de otro planeta.

Un contraste tan fuerte que ni la cámara del móvil sabía qué hacer conmigo.

Huesca ya me había visto otras veces -visitar amigos, rutas como Cola de Caballo, escapadas con frío moderado- pero esta vez el viaje era al Ibón de Plan, y allí el blanco no era solo un color: era una presencia.

Un silencio. Una paz rara que te envuelve.

La batalla del cubano contra el invierno

Esta vez sí viajé con ropa de invierno.

Abrigo, guantes, gorro… todo el kit.

Pero una cosa es llevarlo, y otra es enfrentarte al frío real, ese que te mira y te dice:

“Tú vienes preparado, pero no suficiente, mi cielo.”

Porque por mucho que yo me haya adaptado a Europa, sigo siendo cubano:

el frío fuerte me sorprende siempre, como un cobrador que aparece sin avisar.

Apenas bajé del coche sentí el contraste literal del título: un negro en la nieve.

Un punto oscuro plantado en un paisaje que parecía pintado con hielo.

Y sí, llevaba toda mi ropa térmica… pero igual temblé como si viniera de La Habana directo, sin escala.

La subida: 14 km de contraste absoluto

El camino hacia el Refugio de Lavasar reforzó esa idea aún más:

14 km de piedra, lodo y nieve, con mi Kia Sportage híbrido patinando como si estuviera bailando con la montaña.

La pista era estrecha, como hecha para probar cuánta fe te quedaba.

A un lado, pared de roca.

Al otro, un blanco profundo, perfecto y… demasiado vertical.

Y yo ahí, cubano al volante, repitiéndome:

“Asere, aquí no te puedes descuidar ni un milímetro.”

A cada metro sentía que el título me perseguía, como si el paisaje me recordara dónde estaba metido: yo contra ese blanco inmenso.

El blanco perfecto

Pero cuando llegamos arriba, todo encajó.

Frío aparte, miedo aparte, patinaje incluido… allí todo era pura calma.

El Ibón de Plan tenía un tipo de blancura que no es solo nieve: es silencio.

Es equilibrio.

Es esa paz que te hace entender por qué la gente vuelve a estos lugares.

Y en ese contraste -mi piel oscura, la nieve pura, el frío golpeando, el silencio abrazando- todo el título cobró sentido: 

Un negro en la nieve encontrando un blanco perfecto.

Conclusión

Entre risas, sustos, frío, vistas que te dejan quieto y un camino que parecía escrito para una escena de película, entendí por qué este viaje fue distinto.

¿Volvería? Claro.

¿Volvería sin ropa de invierno?

Ni en broma, asere.

Legrand 4 de diciembre de 2025
Compartir esta publicación
Etiquetas
Archivar
Volver a Portugal: entre Lisboa, Oporto… y sin ropa de invierno