Ayer en la tarde mientras dormía mi siesta antes de salir a clases, siento sonar el teléfono de la habitación (algo raro) porque ni yo mismo sabía como se habla desde aquí; y al levantarlo reconozco la voz de la chica de la recepción que me comunica que mi compañero de habitación ya no iba a venir y que me movían para otro piso con un chico coreano a la 277, una habitación con una vista muy bonita, muy bien ubicada en la residencia; toda una historia. Rápidamente con mis influencias le envío un whatsapp a Xang Yong (una amiga coreana), a quién cariñosamente le decimos Violeta; para que me diera nociones básicas de su lengua; porque la de la recepción me dijo que el chico no hablaba nada de español; y que además el cambio lo hacían porque es una política de la Universidad fomentar el idioma, algo muy bueno para él; luego me enteré, que en principio se tenía pensado o que yo subiera o que el bajara para mi habitación. Claroooooo; no podían ocasionarle esa molestia al coreano, así que se decidió que yo me fuera a la suya.
Por mucho coreano que haya practicado, los mensajes de audio de Violeta y los consejos de mis compañeros iba a resultar imposible una conversación o al menos las bases de una presentación; pues resulta que el muchacho era chino, o sea que vive en China; y no entendía ni coreano, ni japonés (así que tampoco podía contar con ayuda de Kotaro), el inglés lo hablaba muy poco, lo básico, porque no le gustaba hablarlo y del español recién comenzó clases hace dos semanas. «Dios les dá las batallas más difíciles a sus mejores soldados».
Para cuando llegué a mi nueva habitación, él estaba esperándome. No sé como supe que vivía en China, y que venía a estudiar español. Luego por medios de señas, dibujos, y por frases cortas a veces mitad inglés – mitad español; pude presentarme, decirle mi nombre, de donde venía y que iba a hacer aquí; todo esto sin los brakers puestos porque sino que habría sido del chino; ya bastante trauma tenía con ser el único de su país aquí en la residencia, que nadie le entienda nada de lo que dice, no saber nada de español y que encima lo trataran como a turista.
Media hora después bolígrafo en mano, hojas y traductores; estaba dándole clases de español; ayudándolo con las tareas y explicándole otras cosas del español; que según tengo entendido es uno de los idiomas más difíciles. Si algo tenía claro, es que quería una conversación de más de 2 minutos, que fuese algo más de «Lo siento», «No entiendo» y «Ah vale». Y algo más claro que eso; que no iba a ser yo quien aprendiera a hablar chino; que ya bastante tengo con mis materias.
Para la comida habíamos bajado a comer y ya un poco más relajados en la mesa me tocó entonces a mí, presentarles a Torres (que es el nombre con el cual llamamos al chino) a los chicos.
Todos estábamos en una mesa donde los que no hablan un perfecto español; hacen lo posible para mejorarlo cada día.
“Aprender otro idioma no sólo revela cómo piensan y sienten otras sociedades, sus experiencias y valores y cómo se expresan; también proporciona un espejo cultural en el que poder ver más claramente nuestra propia sociedad”.
Edward Lee Gorsuch